Desde la carretera que conduce a Hornos del Segura, antes de llegar a la presa, ya se puede admirar la belleza del pantano de El Tranco, en pleno Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Aquà no vale parar solo un ratito. Merece la pena pasar el dÃa y dejarse llevar por la paz del lugar. Planes no faltan: desde un paseo en un barco que funciona con energÃa solar, a un salto en tirolina o un almuerzo con platos segureños tradicionales. Desde las Casas de Nani te recomendamos este plan ideal para pasar en familia o pareja.Â
Amanece en el embalse de El Tranco, en pleno corazón de la Sierra de Segura (Jaén). Los verdes bosques que lo rodean se reflejan como un espejo en sus aguas. Una familia de ciervos baja hasta la orilla para beber. Están tranquilos, no se percatan de la presencia de una embarcación que desde lejos les observa. El barco solar no hace ruido, no supera los 9 kilómetros por hora y sus 60 tripulantes guardan silencio para no ser descubiertos. Saben que están viviendo un momento efÃmero.
El capitán de esta embarcación movida únicamente por la energÃa de sus 30 paneles fotovoltaicos.
La magia que tiene este paseo son las panorámicas del entorno desde el agua. Estás viendo la vegetación y los animales desde otro prisma», «Y no solo tenemos ciervos. Aquà conviven gamos, cabras y jabalÃes, entre otros mamÃferos»
El barco parte cada hora del Centro TurÃstico y Recreativo del Embalse del Tranco, muy cerca de la presa. Se alternan dos rutas diferentes de 60 minutos cada una por un precio de 6 euros el viaje: la de Hornos de Segura y la de Bujaraiza. La primera navega por el brazo izquierdo del pantano y ofrece unas pintorescas vistas a lo lejos del pueblo de Hornos de Segura y del Yelmo, la segunda montaña más alta de la Sierra de Segura con sus 1.809 metros y donde se celebra cada mes de junio el Festival Internacional del Aire (FIA).
El paseo se acerca hasta las ruinas de un antiguo cortijo para terminar en la cascada del Chorreón, solo visible en primavera, cuando su cauce está lleno. «Las ruinas que vemos son del cortijo de la zona de baños, de 1900 más o menos. Con la apertura de la presa en 1946, se produjo una expropiación y muchas viviendas fueron abandonadas. Hasta aquà venÃa gente de toda la zona para hacerse curaciones con las aguas termales. Cuando el pantano llega al 8 %, es posible ver unas termas romanas que ahora están hundidas bajo el cortijo», explica JoaquÃn, mientras señala las casas de otras dos aldeas entre olivos que se divisan desde la proa: la Platera y el Carrascal.
Junto al capitán se encuentra MarÃa Sánchez. Ella se ocupaba de explicar el paseo en barco antes de que empezaran a funcionar las audioguÃas (disponibles por 1 euro). Ahora se encarga de ampliar información y de servir algún que otro refrigerio durante la navegación. MarÃa pide a los visitantes que se fijen bien en el paisaje, en las diferencias entre la vegetación de las diferentes zonas. «Lo que vemos en la parte baja es pino carrasco. No es autóctono de aquÃ. Llegó cuando Renfe taló los pinos laricios que habÃa para la construcción de las traviesas que usan para los trenes. En total, se repoblaron 30.000 hectáreas con pino carrasco, de crecimiento más rápido. El laricio (que crece más a lo ancho) aún puede verse en las zonas más altas, junto al pino negral», explica esta joven de Villacarrillo.
La segunda ruta es la Bujaraiza, camino hacia el sur. «Su nombre se debe a una antigua población que habÃa detrás de la isla de Cabeza de la Viña. El poblado se dinamitó a comienzos de la Guerra Civil. El pueblo de Coto FrÃo nació años después como guardián del parque y dicen que sus habitantes procedÃan de Bujaraiza», cuenta MarÃa. La ruta permite ver parte de la Sierra de las Villas y la cordillera del pico Banderillas, con casi 2.000 metros de altura; además de la isla de Cabeza de la Viña, accesible cuando el nivel de las aguas baja (aunque no desde el barco).
El barco ya ha dado la vuelta y se dirige al punto de partida. De camino, MarÃa recuerda a los navegantes que este entorno sufrió en 2005 una tormenta eléctrica que quemó 5.000 hectáreas. «Cuando se produce un incendio en un bosque de pinos, las piñas cerradas cogen tantÃsimo calor que explotan y salen disparadas. Son auténticas bombas capaces de originar más focos de incendio». Es justo lo que ocurrió aquÃ. Afortunadamente, la humedad de la zona ha ayudado a que la montaña se repoblara rápidamente de forma natural.
Dos niños rÃen y señalan con sus dedos hacia el agua, donde asoman varias truchas arcoiris. Sus padres les hacen poco caso, no le quitan ojo a un grupo de buitres leonados que sobrevuelan el pantano. Mientras, el cocker  marrón que les acompaña se tumba tranquilo a los pies de sus dueños. No es el único animal a bordo. Un guacamayo azul observa desde la popa las ondas que va dejando el barco sobre el agua. «Un dÃa como hoy, el embalse está al 52 %. Tenemos una profundidad de 40 a 70 metros según la zona, y la presa, que se eleva sobre el agua 22 metros, está soltando 14.000 litros por segundo», cuenta JoaquÃn. «Este tipo de datos son los que más me pregunta la gente», dice sin perder de vista el rumbo.
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